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El famoso sociólogo Zygmunt Bauman fue quién desarrollo el concepto de Modernidad líquida, en referencia a la sociedad en la que vivimos. La define como una figura de cambio constante. La metáfora de liquidez intenta demostrar la inconsistencia de las relaciones humanas en diferentes ámbitos, como el afectivo y laboral.
La sociedad líquida esta en cambio constante, lo que genera angustia existencial e incertidumbre. La incertidumbre de no saber como estará la economía mañana, si estallara la crisis, si tendremos trabajo, si formaremos una familia, etc.
En el siguiente enlace tenemos un articulo de La Vanguardia con las ideas de Bauman exlicádas con sus propias palabras:
Después de esta breve introducción sobre el término de Modernidad líquida, nos preguntamos: ¿cómo afecta esta a la integración social?
La Pirámide de Maslow resume nuestras necesidades, las más básicas, en la parte inferior, las necesidades y deseos más elevados, en las partes superiores.
En una sociedad de cambio continuo alcanzar la cumbre de esa pirámide cada vez se hace más complicado, por ello, la integración social no puede dirigirse solo a personas y colectivos en situación de necesidad, sino a toda la sociedad.
El integrador social se encuentra entonces ante una sociedad repleta de cambios constantes, en aspectos culturales, sociales, tecnologicos, laborales... que a su vez es una sociedad repleta de miedos e incertidumbres a no saber que pasara mañana, todo esto lo lleva a un aprendizaje continuo y a la improvisación, debe ser capaz de obtener respuestas rápidas, tan rápidas como estos cambios a los que nos enfrentamos.
Concluyendo, en la sociedad en la que vivimos actualmente, la formación de un integrador social no puede quedarse estancada, hay que seguir aprendiendo, ir si es posible por delante de las necesidades que puedan surgir, cosa que también va a llevar a ser mejora profesional y alcanzar una autorrealización, con lo que va a ser más fácil ayudar a que cada quién alcance esa anhelada cima de la pirámide.